miércoles, 6 de octubre de 2010

La casa desnuda


Hoy fui a ayudar a mi madre con la mudanza. La casa estaba vacía y a la vez llena de gente. Había como tres tipos de la empresa que abrían los roperos y metían cosas en las cajas. Mamá sólo se tenía que ocupar de la ropa. Sacaba un salto de cama de un estante, lo ponía en una especie de armario portátil de madera y se sentaba a descansar. Se levantaba, guardaba tres camisones y jugaba un solitario. Yo pensaba que a los ochenta y cuatro años no se puede hacer una mudanza de otra manera.