jueves, 12 de mayo de 2011

Apuntes para una novela

Esto es un principio de una novela que pensé en escribir durante este año de taller. De alguna forma, me sentía obligada a escribir una novela, porque a la mayoría de los escritores se los conoce por las novelas. Después salen a relucir los libros de cuentos que escribieron antes de largarse al difícil emprendimiento de una novela, o para descansar mientras la escribían. En fin, la cosa es que estoy muy cómoda con los cuentos y no tengo ningunas ganas de meterme en un proyecto que se me hace gigantesco, así que desistí y me resigné a ser como, por ejemplo, Borges, por nombrar a alguno de los escritores que no han escrito novelas. Así, humildes nomás. Este principio está narrado por la narradora de "Dígales que no me busquen" y pensaba engancharlo con un cuento que realmente escribí sobre El Viñedo. En realidad, todo es verdad, salvo que nunca ganó nada y el párrafo final.


En febrero de 1998 un grupo de chicos entró en un viñedo a robar uvas. Los sacaron a tiros de escopeta y uno de ellos no salió nunca. Durante varios días la noticia fue agrandándose, las familias y el barrio entero se movilizaron, los informativos dedicaron cada vez más espacio al asunto del chico desaparecido y el dueño del viñedo se negaba a recibir a la prensa. Pocos días después, la policía encontró el cadáver del adolescente asesinado y procesaron al propietario y al capataz o a algún otro empleado, no me acuerdo bien. Tengo una vaga idea de que lo habían torturado con saña.
En el 2000 pasaron dos cosas casi simultáneas que tenían que ver con aquel suceso real. Yo iba a un taller de escritura y escribí un cuento sobre lo que pasó en el viñedo. En aquel tiempo tenía hijos adolescentes y había seguido con atención las noticias. Me identificaba con esa madre que había perdido a su hijo y me repugnaba la actitud de los poderosos como el dueño del viñedo y esa facultad de mover relaciones y resortes del poder para salir impunes de crímenes brutales cometidos en defensa de la propiedad privada. Creo que fue el primer cuento que me dejó completamente satisfecha. Cuando uno empieza a escribir, la autocomplacencia es una etapa casi necesaria.
La segunda cosa fue una película de Esteban Schroeder, llamada El Viñedo, basada en el mismo hecho. Lo que no puedo acordarme es cuál de las dos cosas ocurrió antes. Durante años pensé que había escrito el cuento antes de ver la película, aunque sí había visto el tráiler. Hay demasiadas coincidencias. La imagen de la camioneta cuatro por cuatro que persigue a los adolescentes es demasiado parecida en el cuento y en la película. Que el caso se resuelva en los dos casos por la intervención de un periodista, tampoco debe de ser casualidad. Y me acuerdo como si fuera hoy de que cuando me enteré, por el tráiler, de la existencia de la película, pensé: “Cómo este tipo me ganó de mano, yo quería escribir ese cuento”. Ahora creo que lo más probable es que la película no pusiera los énfasis en donde yo los hubiera puesto y, por lo tanto, haya escrito el cuento después de verla.
No importa. No fue un plagio. Inventé personajes y situaciones. Sabía muy poco de lo realmente ocurrido. Y, a pesar de las coincidencias, el cuento era diferente a la película, quería ser diferente a la película, no se basaba en ella sino en los mismos hechos. El caso es que lo mandé a todos los concursos imaginables. Increíblemente, a fines de ese año gané una mención en uno organizado por un Shopping, y una editorial uruguaya publicó una tirada de 500 ejemplares del relato ganador y las cinco menciones. A mí me dieron veinte libros que regalé, encantada, a amigos y familiares. Me sentía una escritora, por fin alguien fuera del taller y de mi entorno había valorado lo que yo escribía.
Después, la tragedia entró en mi vida. Me olvidé del cuento, de la mención, del taller de escritura, dejé de escribir. Andrés despareció a mediados de marzo de 2001.

3 comentarios:

Pablo M. dijo...

A mí me gusta como empieza... Por ahora no puedo decir mucho más; tendré que esperar que dejes de ser Borges y la escribas. Pero una cosa... Andrés es el segundo nombre de Martín o me perdí en algún momento?

Gloria Algorta dijo...

Jaja, lo del nombre es una errata. Todo el tiempo uno cambia el nombre de los protagonistas y ahora mismo no me acuerdo (y me da pereza fijarme) cómo se llamaba el chico desaparecido en "Dígales que no me busquen"...
¿Leíste Soldados de Salamina, de Javier Cercas? Pensé en escribir una novela con una estructura similar, pero desistí. No puedo evitar ser como Borges :)
Algun día, tal vez... Nunca digas nunca.

Pablo M. dijo...

No leí a Cercas pero estuve viendo de que iba "Soldados..." y creo entender a qué te referís. Interesante.