martes, 22 de septiembre de 2009

Bestiario

GUITARRERO

Al guitarrero lo encontrás en las mañanas de verano cuando lavás el patio. Manguera y escoba, agua que corre, desparramo de gotas que estallan, rompen el sol en pedacitos y salpican el verde de las hojas. Verde que te quiero verde.
De repente un brillo de turquesa o esmeralda que no es de hojas mojadas. No es de guitarra acústica, es eléctrico. Heavy metal de noche rockera, de amaneceres con resaca de alcohol y cocaína. ¿Qué hace el guitarrero en el jardín en la mañana olorosa de jazmines, con el cuerpo y las patas luminosas, rojizas, como de un Mick Jagger estilizado, y alas metalizadas de turquesa o esmeralda? Hay que agarrarlo con dedos delicados —tiene las antenas quebradizas— y mostrárselo a los nenes: Mirá, un guitarrero. El guitarrero hace verano, como la golondrina aunque sea una. Y vuela el guitarrero, vuela poco, queda ahí, en una rama, iluminándola como una bola de árbol navideño. Para estas fiestas quiero un árbol, para que por fin llegue el verano, un árbol de guitarreros en el patio.

BICHO BOLITA

Vive en una grieta de baldosa, entre la puerta y la ducha. Aparece cuando cree que nadie lo ve y en cuanto te adivina se hace bola. No pelota de fútbol, movida por cuarenta y cuatro piernas millonarias, no. Bolita gris que nadie se disputa. Es opaco y tímido, áspero y feo. Pobre bicho bolita, yo le tengo piedad como Juana a la higuera.

GARRAPATA

Parásito asqueroso que se hincha con la sangre de mi perro hasta parecer una alcaparra gigantesca. Fuera los yanquis de América Latina. La garrapata es inmunda y resistente. La desprendés con cuidado de las orejas del perro y la aplastás con un zapato combativo. Pero no muere. Y el imperialismo, como el Sur, todavía existe. Pregúntenle a Colombia.

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