miércoles, 23 de septiembre de 2009

La Maga, Talita y Ceferino Piriz

Acabo de leer Rayuela. Me cuesta escribir algo sobre este libro porque ya está todo dicho. Aunque yo no he dicho nada todavía. Realmente, me quedé muda. Comenté en el taller de escritura que no entendía cómo no se había parado el mundo cuando salió esa novela y me dijeron que sí, que se paró el mundo. Es lo menos que pudo haber pasado.


No voy a hacer una crítica literaria porque no tengo ni idea. Los capítulos de la muerte de Rocamadour y el de Talita en el tablón me generaron una tensión insoportable y al mismo tiempo una fascinación sin límites. Me reí a carcajadas hasta el punto de despertar a mi marido con el tratado de Ceferino Piriz.
De adolescente había empezado a leer Rayuela porque eran los tiempos en que no eras nadie si no lo habías leído. Lo dejé porque me aburrió. Leí Los Premios y unos cuantos cuentos. ¿Cómo viví tanto tiempo sin haber leído esta novela fundacional, absolutamente maravillosa? Poética, atrapante, llena de humor y fantasía, tierna, ácida, creativa. Y termino aquí de adjetivar porque al que hay que leer es a Cortázar, no a mí.
Impresionante.

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